Publicado en Filosofía en España, Filosofía en Sevilla

Congreso de Filosofía “Posibilidad y Necesidad de la Fenomenología (entre Husserl y Heidegger)” (13-15 diciembre 2017, Universidad de Sevilla)

 Congreso Internacional de Filosofía “Posibilidad y Necesidad de la Fenomenología (entre Husserl y Heidegger)”, el cual se celebrará entre los días 13 y 15 de diciembre del 2017. 

Por el momento se cuenta con la participación de los siguientes ponentes invitados:

– Prof. Dr. Jesús Adrián Escudero (Universidad Autónoma de Barcelona)
– Prof. Dr. José Manuel Chillón Lorenzo (Universidad de Valladolid)
– Dr. Alfred Denker (Heidegger-Museum-Archiv Meßkirch)
– Prof. Dr. Joan González Guardiola (Universidad de las Islas Baleares)
– Prof. Dr. César Moreno Márquez (Universidad de Sevilla)
– Prof. Dra. María del Carmen López Sáenz (Universidad Nacional de Educación a Distancia)
– Prof. Dr. Agustín Palomar Torralbo (Universidad de Murcia)
– Prof. Dra. Luisa Paz Rodríguez Suárez (Universidad de Zaragoza)
– Prof. Dr. Javier San Martín Salas (Universidad Nacional de Educación a Distancia)

– Prof. Dr. Alejando Vigo (Universidad de Navarra)

¿Puede la fenomenología, como movimiento filosófico actual, seguir siendo pensada como posibilidad y en su necesidad, ante las contingencias, turbulencias y debacles producidas durante los siglos XX y XXI? O, más bien, a pesar del desánimo que manifiesta la situación de la filosofía hoy día, ¿no es este tiempo el más propicio para pensar el movimiento fenomenológico en su unidad e integridad más propias e irresolubles? Con el fin de destacar la libertad interna y la versatilidad de la propia fenomenología para dar respuesta a los desafíos actuales, se convoca un Congreso Internacional de Filosofía, el cual quiere destacar la impronta del movimiento fenomenológico como posibilidad efectiva de un diálogo fructífero que pudiese rescatar un pensamiento conciliador, concernido en la tarea de animar a la Fenomenología-Futura como una posibilidad unitaria, de base, articulada en torno a la lucidez del par 1 Conciencia – Existencia, Existencia – Conciencia en toda su complejidad y en su íntimo dinamismo. Con el afán de abordar estas cuestiones, de suyo vastas y complejas, se hace un llamamiento a la participación de ponencias que se vean preocupadas por estas cuestiones. Las aporta ciones, que pueden ser interdis ciplinares, tendrán que poner en relación y/o confrontación los pensamientos de Husserl y Heidegger, a sabiendas de la gran extensión e historia que el movimiento fenomenológico tiene a sus espaldas. Las ponencias pueden tocar problemas esenciales e intrínsecos de la propia fenomenología hasta abordar problemas ac tuales desde el prisma fenomenológico, siempre y cuando los pensamientos de Husserl y Heidegger tomen protagonismo. Se trata, por último, de pensar la posibilidad y/o necesidad de la misma fenomenología desde el legado filosófico dejado por Husserl y Heidegger.

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Poética, de Aristóteles

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Aristóteles fue, y es, un pensador genial de su tiempo, independientemente de que compartamos el total de sus ideas y opiniones. Su agudeza, su rigor metodológico y la pluralidad de sus investigaciones siguen asombrando.

En la Metafísica nos afirma que todo hombre aspira al saber por naturaleza y que los filósofos deben teorizar sobre todas las cosas (Metaph., 980a 21 y 1004a 34, respectivamente). Y en esta obra, su Poética, nos dirá que entender las cosas es un placer no sólo para los filósofos sino para todos los seres humanos, y por ello disfrutamos con el arte y la literatura (1448b 13).

La Poética es una obra pensada para la enseñanza oral en la escuela del Estagirita, y aunque el propio Aristóteles menciona siempre en plural sus obras de poética, lo cierto es que sólo nos ha llegado esta, y a retazos.

Esta obra discontinua es rica en incoherencias y desconexiones debido a la falta de fragmentos que harían de ella una obra más compacta y completa. Parece más un cuaderno de apuntes personales, quizá lo fuera, que una obra filosófica en sí. Además, en la Retórica hace referencia el propio autor a ideas que deberían estar en la Poética y que no aparecen, lo que lleva a los especialistas a afirmar ésta pérdida de partes importantes del libro que tenemos entre manos.

La poesía tiene en el mundo de la Grecia Clásica una función primordial en la educación, su función es educar; algo que se perdería con el paso de la oralidad a la escritura y la llegada de la prosa como forma de expresión. Las Musas irían perdiendo su estatus para dar paso a la reflexión, al pensamiento, a otras formas de sabiduría.

A pesar de ello, Aristóteles escribe estas notas porque la poesía es imitación de las acciones humanas, una imitación que los oyentes hacen experiencia propia, una imitación ejemplificadora -porque si no es así la imitación no tiene sentido-. También lo reconocía Platón, la poesía y la música inspiran a los seres humanos, son poseedoras de cualidades morales y portadores de emociones. En estos fragmentos podemos observar, además, como a pesar de sus respuestas al maestro y sus diferencias, Aristóteles es digno discípulo de Platón.

La Poética, lo que nos ha llegado de ella, consta de 26 capítulos incompletos en los que refleja una primera teoría literaria: reconocimiento de los géneros literarios, formas y medidas de los versos, ritmos, medios y modos de imitación,… Y a través de la literatura y su análisis filosófico, Aristóteles nos lleva a la vida misma, pues la imitación es imitación de aquello que puede ser real:  «la función del poeta no es contar lo sucedido, sino lo que podría suceder (…) Por lo cual la poesía es más filosófica y seria que la historia» (Poet. 1451a-b). Pero no descarta que el poeta pueda también componer sobre hechos que hayan sucedido. Las reglas son la verosimilitud y la necesidad. Una acción siempre se sigue de otra y debe ser creíble, verosímil, que llegue al alma de aquel que la disfruta.

Diferencia la poesía del verso. No todo lo que se escribe en verso es poesía. La obra teatral -tragedia, comedia y drama- se escriben en verso y no por ello son poesía.

Comenta también Aristóteles las partes exactas de las que debe componerse una tragedia, los tipos de ésta que existen; sin dejar de lado la comedia y otros tipos de composición. Y recordándonos en todo momentos que la obra perfecta debe funcionar por sí misma, sin necesidad de elementos exteriores, sin necesidad de la representación física; que cualquiera al leerlo pueda llevar a su mente todo lo que el autor refleja en la obra.

Con este trabajo el Estagirita afirma que si en el campo literario, sea cual sea su manifestación, hubiera conflicto entre la razón y la realidad, es la razón la que debe prevalecer: «Hay que preferir lo imposible verosímil a lo posible increíble; y los argumentos no hay que ensamblarlos a base de elementos irracionales, sino que en la mayor medida posible nada irracional deben tener o, en caso contrario, que sea fuera de la fabulación…» (Poet., 1460a).

Es, en fin, la Poética una obra que nos ayuda a conocer los comienzos de la literatura occidental. Muchos, antes que Aristóteles pusiera estas ideas por escrito, habían hecho literatura pero nadie había intentado explicar el arte literario en sí. A partir de él, sobre todo en la Edad Media y siglos posteriores, la teoría literaria se hizo esencial para entender las expresiones artísticas que tienen que ver con la oralidad y la escritura, con la transmisión de hecho y sentimientos, con la imitación de lo real y la aportación verosímil de lo irreal pero no imposible.

Quizá no sea lectura para todos los públicos, pero si te interesa saber sobre el origen de lo que leemos, ya sea poesía, novela, etc., y de aquello que disfrutamos en los teatros hoy día, la Poética es un buen comienzo; es, de hecho, el comienzo.

Poética

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Ética en la escuela – por Adela Cortina (El País, 02-12-12)

Dicen algunos expertos en estos temas que las gentes formulamos juicios morales por intuición, que no tenemos razones y argumentos para defenderlos, sino que tomamos posiciones en un sentido u otro movidos por nuestras emociones. Tratan de comprobarlo, por ejemplo, con lo que llaman “males sin daño”, como es el caso de una persona que promete a su madre moribunda llevarle flores al cementerio si muere y, una vez muerta, no cumple su promesa. ¿Ha obrado moralmente mal? La madre no sufre ningún daño y, sin embargo, la mayoría de la gente está convencida de que está mal obrar así, pero no saben por qué. Y esta es la conclusión que sacan los expertos en cuestión: las gentes asumimos unas posiciones morales u otras sin saber por qué lo hacemos, nos faltan razones para apoyarlas. Cuando lo bien cierto es que en nuestras tradiciones éticas podemos espigar razones más que suficientes para optar por unas u otras, aunque se trate de cuestiones nuevas. Conocer esas tradiciones y aprender a discernir entre ellas es, pues, de primera necesidad para asumir actitudes morales responsablemente, para poder dialogar con otros sobre problemas éticos y para innovar.

Esto no se consigue en un día, por arte de birlibirloque, sino que requiere estudio, reflexión, diálogo abierto. Ese era el propósito de una asignatura, presente en el currículum de 4º de la Enseñanza Secundaria Obligatoria desde hace casi un par de décadas. Se llamó primero Ética. La vida moral y la reflexión ética, ahora lleva el nombre de Educación ético-cívica, y en su honor hay que decir que ha permanecido en su lugar a través de los cambios políticos. Sólo antes de que naciera se planteó el problema de si la ética era una alternativa a la religión, o si más bien era común a todos los alumnos, mientras que la religión quedaba como optativa. Afortunadamente, esta segunda fue la solución, y desde entonces ningún grupo social y ningún partido político han puesto en cuestión su presencia en la escuela.

Es lamentable, pues, que desaparezca en el Anteproyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa, cuando la calidad debería consistir sobre todo en formar personas y ciudadanos capaces de asumir personalmente sus vidas desde los valores morales que tengan razones para preferir, no solo en que los alumnos adquieran competencias y conocimientos para posicionarse en el mundo económico. Si se trata de “lograr resultados”, como dice a menudo el anteproyecto, ayudar a formar una ciudadanía responsable es un resultado óptimo y además es el único modo de contar con buenos profesionales.

Un buen profesional no es el simple técnico, el que domina técnicas sin cuento, sino el que, dominándolas, sabe ponerlas al servicio de las metas y los valores de su profesión, un asunto que hay que tratar desde la reflexión y el compromiso éticos. Justamente la crisis ha sacado a la luz, entre otras cosas, la falta de profesionalidad en una ingente cantidad de decisiones, el exceso de profesionales que utilizaron técnicas como las financieras en contra de las metas de la profesión, en contra de los clientes que habían confiado en ellos.

En un sentido semejante se pronuncia el economista Jeffrey Sachs al afirmar al comienzo de su último libro, El precio de la civilización, que “bajo la crisis económica americana subyace una crisis moral: la élite económica cada vez tiene menos espíritu cívico”. Y lleva razón, nos está fallando la ética, esa dimensión humana que no solo es indispensable por su valor interno, sino también porque ayuda a que funcionen mejor la economía, la política y el conjunto de la vida social. Hace falta, pues, en la educación una asignatura que se ocupe específicamente de reflexionar sobre los problemas morales, conocer las propuestas que nuestras tradiciones éticas han aventurado, y argumentar y razonar sobre ellas para acostumbrarse a adoptar puntos de vista responsablemente.

Claro que una modesta asignatura no basta, que no es la píldora de Benito que resuelve todos los problemas, pero una sociedad demuestra que una materia le parece indispensable para formar buenos ciudadanos y buenos profesionales cuando le asigna un puesto claro en el currículum educativo, no cuando la diluye en una supuesta “transversalidad”, que es sinónimo de desaparición. Y más si ese puesto es el que ahora tiene, 4º de la ESO, un momento crucial en el proceso educativo.

Una sociedad no puede renunciar a transmitir en la escuela su legado ético con toda claridad para que cada quien elija razonablemente su perspectiva, porque es desde ella desde la que podemos juzgar con razones sobre la legitimidad de los desahucios en determinadas ocasiones, sobre la obligación perentoria de cumplir los objetivos de desarrollo del milenio, sobre la injusticia de que las consecuencias de las crisis las paguen los que no tuvieron parte en que se produjeran, sobre la urgencia de generar acuerdos en nuestro país para evitar una catástrofe, sobre la indecencia de dejar en la cuneta a los dependientes y vulnerables. Es desde esa dimensión de todo ser humano llamada vida moral desde la que se decide todo lo demás, una dimensión que es personal e intransferible, pero tiene que ser también razonable.

Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas