«En el año 1178 una ya no muy vigorosa anciana benedictina se había puesto manos a la obra en el cementerio de la abadía de Rupertsberg del Rin: con su báculo de abadesa allanó una tumba reciente y se ocupó con sumo cuidado de que los contornos de la misma fueran irreconocibles, que ya noSigueSigue leyendo «Hildegarda de Bingen. Una vida entre la genialidad y la fe.»
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