Publicado en Cine con filosofía

Diamante de sangre

¿Qué valor tiene un diamante? ¿Qué valor real tienen las cosas que compramos? ¿En qué momento decidimos cuánto cuesta algo? ¿Por qué seguimos alimentando un mercado insolidario e insostenible?

 

 

En Freetown (Sierra Leona), Solomon Vandy ve como las milicias rebeldes entran en su poblado y arrasan con todo. Su familia consigue huir  pero él es apresado y enviado junto con otros prisioneros a buscar diamantes para alimentar los mercados.   Más tarde su hijo, Dia, es también apresado y convertido en niño soldado. Mientras su mujer y su hija son enviadas a un campo de refugiados. Es una historia concreta, pero al mismo tiempo es la historia de cientos de familias africanas.

Danny Archer es un exmilitar que se dedica al contrabando de diamantes. Tanto Danny como Solomon son africanos. Son diferentes personas que intentan sobrevivir de maneras muy distintas.

Maddy Bowen es una periodista idealista que quiere creer que el mundo puede cambiar y ella pondrá su granito de arena escribiendo la verdad sobre el contrabando de diamantes.

Durante las más de dos horas que dura la película estas tres personas se enfrentarán a los mismos problemas y se preguntarán cuestiones muy similares, que se irán respondiendo no siempre como ellos quieren.

 

Diamante de sangre es una película cruda y bien realizada que nos servirá para reflexionar sobre algunas cuestiones y aprender un poco más sobre las diferencias entre las éticas formales y las materiales.

El guión nos plantea ciertas preguntas:

–          ¿Pueden cambiar las cosas?

–          ¿Quién es peor: los gobiernos de los países africanos, los de los países que compran los diamantes de contrabando, los contrabandistas, los rebeldes africanos que explotan y maltratan a sus propios vecinos,…? ¿Y nosotros? Sí, nosotros que lo sabemos y miramos para otro lado.

–          En el reparto de las riquezas ¿quién se queda con qué? Y ¿por qué?

 

Hay varias frases para pensar que reflejan bastante bien la situación actual que estamos viviendo en el mundo.

–          “Tenemos lo que queremos: ellos quieren diamantes, yo puedo conseguírselos, ellos pueden pagármelos. Así es como funciona el mundo”, Danny Archer

En una conversación entre Danny y Maddy se explica la relación entre los seres humanos como una cadena de favores. En este caso una cadena de favores comercial: yo necesito algo, yo puedo pagarte por ese algo así que tú, que puedes conseguírmelo, haz lo que sea necesario para que yo tenga lo que quiero.

 

–          “Mi nombre es niño invisible”, Dia –después de ser secuestrado por los rebeldes y convertirse en un niño soldado

Una frase que describe muy exactamente cómo es la existencia de miles de niños en cientos de países, son niños invisibles para un mundo sordo y ciego.

 

–          “¿Cómo cree que nacen las personas señor Archer, buenas o malas? – Las personas cuando nacen no son ni buenas ni malas, son sólo personas”, conversación entre Archer y Benjamin (un hombre que recoge niños sin familia para cuidarlos)

Las personas son como son, marcadas por sus circunstancias, sus vivencias,… No somos ni buenos ni malos, nuestras acciones y elecciones nos construyen… Nuestras circunstancias nos construyen.

Nota: Diamante de sangre es una película recomendable para ilustrar algunos temas de ética y filosofía. Sólo una pega: si eres muy sensible mejor no la veas. Ciertas escenas pueden herir la sensibilidad de los espectadores.

 

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Edward Zwick.
País:
USA.
Año: 2006.
Duración: 143 min.
Género: Drama, acción.
Interpretación: Leonardo DiCaprio (Danny Archer), Jennifer Connelly (Maddy Bowen), Djimon Hounsou (Solomon Vandy), Michael Sheen (Simmons), Arnold Vosloo (coronel Coetzee), Kagiso Kuypers (Dia Vandy), David Harewood (‘Capitán Veneno’), Basil Wallace (Benjamin Kapanay), Jimi Mistry (Nabil), Anthony Coleman (Cordell Brown), Benu Mabhena (Jassie Vandy).
Guión: Charles Leavitt; basado en un argumento de Charles Leavitt y C. Gaby Mitchell.
Producción: Paula Weinstein, Edward Zwick, Marshall Herskovitz, Graham King y Gillian Gorfil.
Música: James Newton Howard.


 

Anuncio publicitario